Mi voz
(Persistencia).
Mi voz, ésa, inesperadamente pequeña, entrecortada,
desesperada y sumida en el ahogo de respiraciones breves, cansinas y trémulas.
En auxilio de sí (de mí) de todo (de lo obvio e inexorable) ella clama, proclama y recita himnos para romper su propio hechizo.
En auxilio de sí (de mí) de todo (de lo obvio e inexorable) ella clama, proclama y recita himnos para romper su propio hechizo.
Se enfrenta -en desventaja- a esa andanada de fuego. A esa
sonrisa de misterio y de ansia: a esos labios que claman un desvelo; a ésa,
toda tú, tu gracia.
Bocanada de humo, aliento del mismísimo hades: mis sueños. Alma,
jadeante, se arrastra entre las escarpadas rocas y se ase con desespero.
Implora por un poco de ese coraje del que siempre hace gala -¡arrogante!- en sus
dominios. Se postra, se levanta, insiste en su retahíla: se da por vencido.
Aún no, no sabe, mi voz persiste.
Aún no, no sabe, mi voz persiste.
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