Agrio
(Vomitoria literal)
Prefiero hundir mi cabeza en la mullida almohada. Aguanto la
respiración mientras oculto mis oídos. No quiero escuchar nada, no deseo
hacerlo. Me desprendo de ella, me levanto repentinamente y voy raudo hacia
la puerta.
Traspongo y no sé adonde voy. Mi mundo da vueltas. Tropiezo con todo y con nada. Mis pies descalzos soportan el frío de la cerámica recién instalada; me sujeto a no sé qué, me desplomo, estoy de rodillas. Cual ídolo, rindo culto a su majestad: tan blanca, tan cristalina, tan firme. Me asgo de ella, la abrazo. El vértigo, los giros. Siento que me halan de todas partes. Un golpe contra la pared. Otro. No puedo hablar, no puedo, ¿Qué puedo?
Traspongo y no sé adonde voy. Mi mundo da vueltas. Tropiezo con todo y con nada. Mis pies descalzos soportan el frío de la cerámica recién instalada; me sujeto a no sé qué, me desplomo, estoy de rodillas. Cual ídolo, rindo culto a su majestad: tan blanca, tan cristalina, tan firme. Me asgo de ella, la abrazo. El vértigo, los giros. Siento que me halan de todas partes. Un golpe contra la pared. Otro. No puedo hablar, no puedo, ¿Qué puedo?
Me desprendo, se vacían mis entrañas. Soy una fuente de mis adentros. Ese
sabor amargo, ácido. Ese olor repugnante de mi mismo. Exhudo lo destilado. Es la bilis, es todo. Soy agrio.
Otrora blanca, es -ahora- una pieza conceptual. Colores absurdos.
¿Cómo demonios llegó eso allí?. No
puedo levantarme. Me siento mejor. Aún no tanto, pero sí: Un inmenso alivio.
Es la impresión. Aún todo gira, más lento, pero gira. Respiro, me repugno. Me arrastro lejos. De
nuevo: la pared. No aquel golpe seco, sino su frío abrigo en mis costillas. Me
acomodo. Trato de incorporarme.
“Y sin embargo, se mueve”.
“Y sin embargo, se mueve”.
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