Un día, ¡Vaya día! alguien se puso creativo.

Los invito a entrar, revisar, comentar, evaluar.
Conocer mi criterio y cuestionarlo es tu derecho. Un acto supremo de hipocresía sería prohibírselo.

Wednesday, September 03, 2014

Panfletaria canción bolivariana por una putica



En ese pequeño universo entre el Teatro Nacional y la Catedral de Santa Teresa, casa del Nazareno de San Pablo, en esta Caracas de mareas altas y bajas, el sol amaneció más brillante que nunca. La lluviosa noche quedó atrás dejando su estela de pequeños charcos y algún resto de lodo que corrió por la acera. Alí Primera mira sonriente, serio, alegre, molesto, desde el lugar que otrora ocupara orgulloso, en ademán parlamentario, el pedestre gringo Henry Clay.

Era de mañana y -como es costumbre- a esa hora ya resonaban en las cornetas los versos del Cantor del Pueblo; el eco de sus tonadas cobró una fuerza tremenda ante el triste descanso una diminuta y maltrecha figura sobre las bancas de la plaza.

Ante la indiferencia de un anciano que leía un periódico tan arrugado como él y una mujer que miraba a los lados en espera del eterno nosequé, yacía agotada -por quién sabe qué aventura o desventura- la putica de la Plaza, una de tantas y tantos que venden su sexo para alimentar su muchacho, cargar el peso de su vicio o sobrevivir sirviendo a los placeres de una sociedad mojigata que se asquea de sí misma. Una triste escena con Alí de fondo.

Trato de hacer memoria y no recuerdo que el cantor de Ruperto le haya dedicado muchos versos a las putas, a su sufrimiento, a su condición de víctimas expoliadas, devaluadas en el mercado de lo más sublime de su escasa humanidad. Tal vez hubo algo en su Canción Panfletaria, en la que la mujer trabajadora, abandonada, parida, se casa con sus manos “para no vender su sexo y crecerá su muchacho”. Aquí no cabe poesía.

Quisiera encomendarle a aquel muchachito que en su Canción Bolivariana lograra hablarle a Alí, que le diga entre alegrías y tristezas que al gringo Henry Clay ya le quitaron de la placita vía decreto, hasta se olvidaron de su nombre. Que allí ahora está su busto, al que se puede visitar sin camisa o con camisa, que sus canciones son a veces solo un hilo musical, pero a muchos nos recuerda que hay mucho por hacer, que siempre habrán razones para la Revolución.

Mientras, un travesti con arrugas que denuncian años y dolores, se negocia a cambio de droga barata y regresa para despertar a esa putica a la que nunca le cantaste, para llevarla a no sé dónde, a fumar un poco de olvido que le queda.

No comments: