Un día, ¡Vaya día! alguien se puso creativo.

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Saturday, April 23, 2011


Procesión de Viernes Santo

Procesión, pasos lentos, pendulantes, el sermón, el murmullo de cientos de voces, las lágrimas, el fervor, la plegaria de uno y de tantos. "Llena eres de gracia", fruto bendito, una promesa que pesa toneladas.

Son templos, mercaderes, una sola masa, el humo sofocante, las estatuillas, el dinero, la tranza. Escándalo, tumulto breve: "-¿Es que cree que mi mamá no tiene quien la defienda?,¡abusadora!. -Pero entiéndame usted también, señora.". Nos olvidamos de todo.

La lluvia no cesa y sus gotas de candor bañan el cristal del féretro: el Cristo, inerme, sangrante sobre encajes blancos, yace ante los ojos de su madre piadosa. Dejan caer su peso sobre los agotados hombros: camisas blancas, corbatas negras, vaivén doloroso, mandíbulas apretadas. “No nos dejes caer en la tentación”.

"¡Tres por quince!,¡Tres por quince!". moldes morados. Cielo gris, capa oscura, triste y melancólica."¡Los llaveros!,¡Los llaveros!". El murmullo: "¡Segundo misterio doloroso: La flagelación!". La niña vestida de Soledad: manto negro con surcos dorados y una corona de volados sencillos. Ella apenas sabe que debe caminar a la par de los más de quinientos años que la flanquean. No responde al Padre Nuestro. "-...así en la tierra como en el cielo". Ella calla, sólo camina al lento paso de los cofrades. La muchacha de blanco, atenta y presurosa, les acerca un vaso de agua. Un gesto escaso parece decir: "no, gracias". Son las voces: “..Madre de Dios, ruega por nosotros los pecadores”.

"Así como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden". Es una tarde fria, casi de noche. Los que saben cantan: "Perdona a tu pueblo, Señor", los que no, los curiosos, sólo miran. Procesión: Paso lento, bamboleante, pesado péndulo sobre el hombro cansado de una promesa ahogada en murmuraciones de fe.

La Dolorosa, a pocos pasos, acompañada de cirios encendidos, sigue lenta y solemne a su hijo, contempla con aflicción infinita los despojos de su hijo. "Bendita tu eres entre todas las mujeres...".

"¡Lleve las velas, dos por cinco, dos por cinco!". Una vieja grabación retumba, impresiona, su tristeza, su solemnidad impregna todo y dirige la orquesta de pasos pesados. “Respondeme popule meus quid fe”.

Avenida, corredor, la esquina del árbol centenario, San Francisco, la inmensa torre del progreso del capital. “que estás en los cielos, no nos dejes caer en tentación”. Entran y salen, van y vienen. La procesión se va, los estandartes de cruces y de vírgenes se pierden allá, a los lejos: “y líbranos de todo mal, Amén”.

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