
De cómo fortalecer el Conservadurismo oligárquico nacional con estrategias liberales.
Aunque haya alcanzado la máxima jefatura en su país por el voto liberal ("la misma vaina -decía Jorge Eliécer- sólo que los Conservadores van a misa de nueve y los liberales a la de diez), Álvaro Uribe Vélez es en su corazón político (siendo lo que realmente importa) un franco conservador, un godo, como lo mentamos históricamente en Venezuela por herencia canaria.
Los godos son, para ilustrarlos en el caso local, los herederos de la política de los libertadores y precursores de la patria (sí, es cierto, a pesar de la ironía que produce pensar que la ilustración fue la inspiradora de sus gestas): Son ese constructo político nacido de las nuevas clases poderosas post independentistas encabezados en Venezuela por José Antonio Páez (el gordito de los extintos billetes de veinte bolívares), que se esforzaron con dedicación casi religiosa en consolidar un modelo político estructuralmente fiel a los modelos derivados de España: clases, castas, poderosos, esclavos y un fervoroso sentido de patria. De patria,si, no miento. Al ser cabeza de un "novedoso" sistema, eran sus líderes y esencia. y de ellos dependería la consolidación del mismo. Ellos eran, como para aquel Rey el Estado, la Patria.
Y la defensa de la Patria reperesentaba la protección de sí mismos. Por ello convocaban sin pudor a la defensa de la misma en contra de los tantos intentos liberales de acabar con sus prevendas. El argumento que esgrimían al vociferar sus arengas y firmar los edictos de guerra, no era otro más que la defensa de la Patria contra los embates de los impíos, los bárbaros, los inmorales que atentaban contra la Patria (Contra sí mismos).
El mismo modelo se repetía, pero con mayor acento, en la vecina Colombia. Páez, el líder conservador de estas estepas era un simple llanero arribista que había alcanzado los albores de la luz cabalgando inclusive sin gualdrapa ni alpargatas, hasta llegar a tocar piano, bailar valses vieneses e incluso morir ante el horizonte del atlántico norte en la bahía de Manhattan.
Entretanto, en la naciente Colombia, que no se llamaba tal, sino República de Nueva Granada (República de La Nueva Granada. (1831) , Confederación Granadina. ( 1857), Estados Unidos de Nueva Granada. (1861), Estados Unidos de Colombia. (1863), República de Colombia (1884), el conservadurismo contaba con similares protagonistas, pero de origen era más exquisito.
La historia, es digno de acotarse, a pesar de los esfuerzos de los reaccionarios, permitió generar esa dialéctica que dio cierta oportunidad política a las fuerzas populares en Venezuela. Y curiosamente, los liberales, inspirados en la avanzada progresista europea, granjeó simpatías entre el vulgo como lo hizo en su momento Boves o el mismísimo Páez, permitiéndose conformar un ambiente político más diverso y plural que el conformado en Colombia.
En aquel país, el liberalismo nació moderado (no como el nuestro, nutrido del radicalismo de gentes como Zamora o el mismo Guzmán Blanco) y apostó más a la política y al convenio de clases y castas que a la conquista de la mente popular (pueden divergir de esto, si desean).
Por ese pacto histórico de nuestros vecinos, es difícil –imposible, si puedo usar la retórica- establecer diferencias reales entre el liberalismo y el conservadurismo en Colombia. En tal sentido, el mejor Presidente que han tenido los conservadores en mucho tiempo es precisamente un liberal.
Álvaro Uribe, a pesar de ser acusado de genuflexión confesa para con los Estados Unidos, ha manejado en muchas oportunidades una política de corte nacional en apoyo de la oligarquía autóctona, sobre cuyos hombros (y dinero) llegó a la Presidencia.
Superficialmente, no se puede decir que haya habido una absoluta coherencia. La aprobación del TLC con la potencia del norte no tiene nada de nacionalista, dirían algunos. No obstante, hay que observar que si algún proceso llevó más horas de discusiones y concesiones a la hora de negociar, que el llevado a cabo entre Estados Unidos y Colombia.
Ciertamente, Colombia perdió mucho en distintas materias y rubros. Pero ganó en muchas, sobre todos en aquellas en las que el capitalismo oligárquico nacional estaba involucrado.
La oligarquía nacional es la gran beneficiaria de los procesos de negociación. Veamos, en detrimento de lo que dijeran muchos, cuando se negocia con los intereses claros y dejando tácitas las normas, los TLC pueden ser muy útiles: se garantizan mercados para nuestros aliados de casta (como lo verían los conservadores modernos) y productos para todos en condiciones favorables ( a pesar de sacrificar a un grueso de la población).
No es mi intención hacer apología del libre mercadismos y la actual manera de hacer TLC's en América Latina tras el fracaso de la propuesta del ALCA. Sería una desfachatez. Los referidos sectores sacrificados en el caso Colombia representan al amplio sector de la población que -para ser controlada- es reprimida por los cuerpos de seguridad subcidiados por los Estados Unidos en el marco del Plan Colombia.
Es fácil deducirlo: sin Plan Colombia no habría TLC. De lo contrario, no habría manera de controlar simultáneamente la tradicional guerra que se ha vivido allá desde hace décadas y la aparición de un nuevo grupo de descontentos. Es cuestión de compensaciones y equilibrios.
Pero, siendo francos, evitando los apasionanmientos y los análisis matizados, Uribe ha sido nacionalista: Ha conseguido proteger los sectores productivos tradicionales mientras le regalan un sistema de seguridad de Estado (de sí mismo y su clase, a la usansa de antaño) basado en financiamientos, subsidios, asesoría y abastecimiento. Nunca antes nadie se forjó tantos favores para Colombia (o una parte de ella) de manera tan ágil.
Por ello, Uribe es el liberal, el conservador. Un político que tras moderarse en su discurso ha jugado con un gatopardismo que le ha llevado a negociar sin conflicto con sectores disímiles a su política en el plano interno (ELN) y externo (Chávez). Su gestión de Gobierno, si -por ejemplo- la teoría del centro y perifería fueran ciertos y la riqueza de las cumbres redundara en dicha para los marginados, Colombia tendría hoy al pueblo más feliz del continente y las FARC-EP no tendrían razón de ser.
No obstante, la realidad no es así: Los ricos locales de larga tradición se hacen más ricos, los nuevos empresarios ven temblar su modo de subsistencia, las pequeñas y nacientes economías se ven desangradas y el estado represivo se ha hecho más fuerte porque la seguridad nacional la ha entregado en Outsourcing. De este modo, los pueblos pueden verse más descontentos, los pobres más pobres, las políticas de represión más efectivas y la vieja oligarquía nacional conservadora se ha fortalecido y Uribe hizo de Colombia la mas “misma” del continente a pesar de los embates del neoliberalismo y el neomonetarismo.
Y la defensa de la Patria reperesentaba la protección de sí mismos. Por ello convocaban sin pudor a la defensa de la misma en contra de los tantos intentos liberales de acabar con sus prevendas. El argumento que esgrimían al vociferar sus arengas y firmar los edictos de guerra, no era otro más que la defensa de la Patria contra los embates de los impíos, los bárbaros, los inmorales que atentaban contra la Patria (Contra sí mismos).

Entretanto, en la naciente Colombia, que no se llamaba tal, sino República de Nueva Granada (República de La Nueva Granada. (1831) , Confederación Granadina. ( 1857), Estados Unidos de Nueva Granada. (1861), Estados Unidos de Colombia. (1863), República de Colombia (1884), el conservadurismo contaba con similares protagonistas, pero de origen era más exquisito.
La historia, es digno de acotarse, a pesar de los esfuerzos de los reaccionarios, permitió generar esa dialéctica que dio cierta oportunidad política a las fuerzas populares en Venezuela. Y curiosamente, los liberales, inspirados en la avanzada progresista europea, granjeó simpatías entre el vulgo como lo hizo en su momento Boves o el mismísimo Páez, permitiéndose conformar un ambiente político más diverso y plural que el conformado en Colombia.
En aquel país, el liberalismo nació moderado (no como el nuestro, nutrido del radicalismo de gentes como Zamora o el mismo Guzmán Blanco) y apostó más a la política y al convenio de clases y castas que a la conquista de la mente popular (pueden divergir de esto, si desean).
Por ese pacto histórico de nuestros vecinos, es difícil –imposible, si puedo usar la retórica- establecer diferencias reales entre el liberalismo y el conservadurismo en Colombia. En tal sentido, el mejor Presidente que han tenido los conservadores en mucho tiempo es precisamente un liberal.

Superficialmente, no se puede decir que haya habido una absoluta coherencia. La aprobación del TLC con la potencia del norte no tiene nada de nacionalista, dirían algunos. No obstante, hay que observar que si algún proceso llevó más horas de discusiones y concesiones a la hora de negociar, que el llevado a cabo entre Estados Unidos y Colombia.
Ciertamente, Colombia perdió mucho en distintas materias y rubros. Pero ganó en muchas, sobre todos en aquellas en las que el capitalismo oligárquico nacional estaba involucrado.
La oligarquía nacional es la gran beneficiaria de los procesos de negociación. Veamos, en detrimento de lo que dijeran muchos, cuando se negocia con los intereses claros y dejando tácitas las normas, los TLC pueden ser muy útiles: se garantizan mercados para nuestros aliados de casta (como lo verían los conservadores modernos) y productos para todos en condiciones favorables ( a pesar de sacrificar a un grueso de la población).
No es mi intención hacer apología del libre mercadismos y la actual manera de hacer TLC's en América Latina tras el fracaso de la propuesta del ALCA. Sería una desfachatez. Los referidos sectores sacrificados en el caso Colombia representan al amplio sector de la población que -para ser controlada- es reprimida por los cuerpos de seguridad subcidiados por los Estados Unidos en el marco del Plan Colombia.
Es fácil deducirlo: sin Plan Colombia no habría TLC. De lo contrario, no habría manera de controlar simultáneamente la tradicional guerra que se ha vivido allá desde hace décadas y la aparición de un nuevo grupo de descontentos. Es cuestión de compensaciones y equilibrios.
Pero, siendo francos, evitando los apasionanmientos y los análisis matizados, Uribe ha sido nacionalista: Ha conseguido proteger los sectores productivos tradicionales mientras le regalan un sistema de seguridad de Estado (de sí mismo y su clase, a la usansa de antaño) basado en financiamientos, subsidios, asesoría y abastecimiento. Nunca antes nadie se forjó tantos favores para Colombia (o una parte de ella) de manera tan ágil.
Por ello, Uribe es el liberal, el conservador. Un político que tras moderarse en su discurso ha jugado con un gatopardismo que le ha llevado a negociar sin conflicto con sectores disímiles a su política en el plano interno (ELN) y externo (Chávez). Su gestión de Gobierno, si -por ejemplo- la teoría del centro y perifería fueran ciertos y la riqueza de las cumbres redundara en dicha para los marginados, Colombia tendría hoy al pueblo más feliz del continente y las FARC-EP no tendrían razón de ser.
No obstante, la realidad no es así: Los ricos locales de larga tradición se hacen más ricos, los nuevos empresarios ven temblar su modo de subsistencia, las pequeñas y nacientes economías se ven desangradas y el estado represivo se ha hecho más fuerte porque la seguridad nacional la ha entregado en Outsourcing. De este modo, los pueblos pueden verse más descontentos, los pobres más pobres, las políticas de represión más efectivas y la vieja oligarquía nacional conservadora se ha fortalecido y Uribe hizo de Colombia la mas “misma” del continente a pesar de los embates del neoliberalismo y el neomonetarismo.
1 comment:
hola Profesor, paso a saludarte, a darte las gracias por tu visita....
Leerr tu blog....
No te olvides de la EC en venezuela por favor :::
Si tengo que ir a CARACAS VOY :-))))
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